Llevamos años hablando de que las Marcas deben conectar con nosotros, más allá del aspecto funcional que buscamos en ellas, sino compartir una idea, un estilo de vida, un propósito, llegar a nuestro corazón, formar parte de nuestras vidas.
La pregunta siempre es la misma, ¿tienen que ser todas las Marcas así? ¿Hay espacio en una categoría para que todas ellas? ¿Sólo compras las Marcas que más te enamoran?
Si resumimos lo que sustenta una Marca, básicamente es un significado diferencial y relevante que crea valor y preferencia, impactando positivamente en el negocio.
Es decir, un significado que ofrezca una respuesta satisfactoria que acabe sumando resultados a nuestro negocio. Ser una opción preferente. Fin.
No queremos aparecer en los sueños de nuestros clientes, ni que se tatúen nuestro nombre, sólo queremos serles útiles en sus vidas… y si esa utilidad es única, con el tiempo, se convertirá en amor.
Si entramos en tu cocina, en tu armario, en tu garaje, o en las intimidades que tenemos todos como consumidores, estoy seguro que la gran mayoría de Marcas que consumes, no son Marcas a las que adores o sientas devoción por ellas. Seguro que tienes algún totem entre tus prendas que te mole ponerte para mostrarle al mundo que eres de los de ‘Patagonia’, pero seguro que también encontraremos en los cajones más prendas de ‘Decathlon’ que la del propósito que nos enamora a todos.
Hay mucho grito histriónico acerca de que tienes que construir marcas que prendan fuego a las categorías, que sean Love Brands, que alcen la bandera la revolución, no importa si hablamos de sal, camisetas o coches. Pero la realidad es que el 77% de las Marcas a nivel mundial, no lo necesitan.
Según los datos del Banco Mundial en 2019 el valor del comercio a escala mundial, es decir la riqueza generada por el comercio, se debió en un 77% a las empresas B2B y sólo un 23% a las empresas B2C. En otras palabras las Marcas B2B generan más valor global que las B2C.
Les basta simplemente con ser Marcas útiles. Marcas que ofrecen una respuesta diferencial y relevante a sus audiencias, creando preferencia y construyendo relaciones de confianza a largo plazo.
Por si alguien pensaba lo contrario, no necesitas enamorarte de todos los que te rodean para tener una relación de valor, confianza y duradera con ellos. La gran mayoría de la gente que conocemos, y nos es útil alguna vez en nuestra vida, no es alguien con quien soñemos por las noches volver a ver como un grupy.
Y claro que conseguir que se enamoren y pasen al siguiente nivel es importante, pero no es el objeto de la construcción de una Marca, es una consecuencia de hacer las cosas bien, de crear relaciones honestas y sinceras, de compartir forma de ver las cosas y de cumplir siempre lo que prometes. Yo con Antonio, el mecánico, no sé que tipo de música le gusta, o si le encanta el Ramen, pero lo que sí sé es que llevo 20 años visitándole y siempre que he tenido la oportunidad de cambiar o probar, recordé la tranquilidad que me da saber que confio en él, punto. Y no le quiero (lo siento Antonio)
A veces tenemos la oportunidad de construir este tipo de relaciones, a veces simplemente debemos pensar en que la utilidad de lo que proponemos es más importante que el amor que busquemos, sobre todo si ese amor es inalcanzable.
Quien habla de Love Brands sabe de lo que habla, pero quien construye Marcas que funcionan en el día a día, sabe lo que se hace.
Es más difícil construir una Marca de valor en una categoría sin romper la baraja de forma diferencial, que flipando la propuesta sacándola de Maslow. Eso lo propone cualquiera, porque hacer algo diferencial a veces está en los detalles y no en las malabares.
En fin, lo difícil es inventar sin inventar.
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