España es el tercer país de la Unión Europea en el que más crece la preocupación por la salud mental. Siendo la primera preocupación sanitaria de nuestro país.
Estamos en una nueva era de redescubrimiento de lo importante. Hemos pasado de entender la salud como algo que tratar a algo que mantener y anticipar, en todas las dimensiones de nuestra vida.
Hay generaciones viviendo en este país que no hay tenido ni una década de estabilidad, todavía bromeamos sobre cuál será la siguiente catástrofe. Parece que vivimos en el siglo de Murphy.
Conscientes de que no podemos tener una salud plena sin cuidar nuestra propia salud mental que impacta directamente en nuestro estado de ánimo y eso lo cambia todo. Si le preguntas a un triatleta qué tira más si el músculo o la cabeza, tendrás la misma respuesta que nos rige a todos.
No se trata sobre la magnitud del problema o el reto, sino sobre nuestra fortaleza para enfrentarnos a ello. Y es que cuando no estamos bien, nada lo está.
Por ello en las últimas épocas hemos visto con gran preocupación desde las empresas la necesidad de impactar en esos estados de ánimo, que los empleados sean felices y que los estilos de dirección sean humanos. Y aún así el 68% de los empleados en ciertos sectores están al borde del ‘burn out’, un término simpático como si estuvieras calentando palomitas que están a punto de estallar.
Sea como sea, los esfuerzos en el mundo de la empresa para con los suyos está progresando, o en eso andan. Ya no por que les importe mucho, sino porque les importa atraer y retener al mejor talento.
Pero nadie habla, y poco se habla de cuidar esa salud mental de los trabajadores hacia fuera. ¿Qué pasa con aquellas industrias y posiciones en las que el talento se enfrenta a la presión interna y externa? ¿Y en las empresas de servicios? ¿Y en las consultoras de branding? (o todas aquellas que se dedican a un servicio creativo).
Si estas leyendo esto… ¿cuántas veces te han faltado al respeto en una presentación? ¿O durante un proyecto? ¿Cuántas veces te han chantajeado emocionalmente? ¿Cuántas veces te han tratado como un objeto de ataque indirecto o directo? ¿Cuántas veces te han tratado como un ‘puto proveedor’?
Todos los que nos enfrentamos al servicio sufrimos o hemos sufrido todo tipo de menosprecios, presiones o malas palabras por parte de algunas personas que se les olvida que tratan con personas y no servicios.
Pero cuando esa situación impacta directamente en tu estado de ánimo, y ese estado es realmente quien hace posible que brillen tus capacidades, sobre todo las creativas, estás torpedeando aquello que contrataste y aquello por lo que gritas.
Nuestro trabajo tiene un base muy técnica y compleja, pero una valoración muy simple e intuitiva, casi plástica, lo que hace que haya que tener mucha cultura (no de branding) para dar feedbacks constructivos, valorar, dejarse aconsejar y escuchar.
Aprender a que todo esto te resbale hasta ahora siempre ha sido cuestión de callo… durezas que salen y te hacen impermeable a todo. Cuando has visto de todo, tienes la seguridad de saber lo que haces.
Y aún así, esto ya es personal, que no ha pasado mucho desde la última vez que lloré de rabia cuando nadie miraba, después de 17 años. Imaginemos a los más jóvenes, a los que intentan entender y entenderse.
En esta industria, como muchas otras, necesitamos personas al otro lado conscientes de lo que pueden provocar a un joven talento con sus formas o comentarios, y programas internos que nos ayuden a lidiar con esas sensaciones de frustración, inseguridad, presión y autoestima.
La salud mental es importante no, lo siguiente. Pero aquellos trabajos en los que básicamente se compra pensamiento, envenenarlo con procesos y personas tóxicas no es inteligente, no es saludable.
En fin, algo de lo que todos hablamos, por lo bajito, entre nosotros.
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