Sostenibilidad. La palabra de moda, está en boca de todos, necesitamos vidas, mundos, recursos, compañías, sociedades… sostenibles.
Gran hallazgo. Porque el antónimo de Sostenible, es Insostenible. Es como decir que es bueno vivir, mejor que morir. O es mejor hacer lo correcto, que lo incorrecto. Pero vamos, es como una lección de barrio sésamo versión corporativa para algunos alumnos rezagados.
Ahora el acrónimo en boca de todos es la ESG. Una reformulación de la RSC, desde una perspectiva más holística, teniendo en cuenta diferentes audiencias internas y externas. Mientras la RSC se centraba en pintar de rosa por la izquierda, el mundo que te cargabas por la derecha con tu actividad… la ESG trata de alinear lo que haces desde el principio para no tener un impacto negativo… o como dice la ESG: ‘Evitar o minimizar el impacto de nuestra actividad’.
Environment Social Gobernance, estas son las siglas. Una forma de gobierno corporativo pensado para mejorar el impacto de nuestro negocio en nuestro entorno, en la sociedad, lo empleados y la forma de tomar nuestras decisiones.
¿Es casual? No, esto hace más de una década que existe como tal, pero es ahora recientemente que los grandes fondos de inversión, entidades financieras y otros organismos públicos le han dado la importancia que tocaba, básicamente porque los gobiernos de medio mundo obligan a las empresas AHORA a publicar sus informes de ESG dentro del programa INVERSIONES SOSTENIBLES. Para asegurar que el tejido empresarial ayuda a construir un mundo mejor y no a beneficiarse de él.
Moraleja, o cumples o no hay pasta. Pues ya entiendes la moda.
En realidad es una buena noticia, ya sea porque te amenacen sin tele para que te comas el plato, o que te lo comas porque quieras, te lo has comido. ¿Pero es lo mismo?
Claro que no, no es lo mismo nacer como un Negocio Socialmente Responsable desde el inicio, lo que llamamos las DoGooders, que ser un bicho grande que debe ser domado por la ESG para que no se coma el pueblo o lo incendie…
Dicho esto, la siguiente pregunta que nos hacemos muchos es… ¿Y qué pasa con el Propósito, que función tiene?
No cabe duda, que desde que la ESG te obliga a alinear tu Visión y Misión para construir un negocio más integro, social y sostenible, sobre todo porque sobre la ESG existe una normativa (criterios), hay unos puntos claros a cumplir y es un término que se ha adoptado como medida de control por los gobiernos.
El Propósito empieza a ser ese elefante en la habitación que nadie se atreve a abordar con esto de la ESG. ¿Para qué quiero un propósito si ya trabajo la ESG?
¿Para qué quieres un posicionamiento si ya tienes un producto? Para contarlo de forma diferencial y relevante para que importe a alguien de verdad. Con esto lo mismo.
Mientras tu posicionamiento te ayuda a competir en un mercado, tu propósito te ayuda a tener una posición en la vida de las personas, más allá de lo que vendes.
El Propósito en este punto de la historia te ayuda a:
A.
Definirlo y usarlo como faro para el desarrollo de tu ESG (opción recomendada)
B.
Usarlo para encapsular y contar tu ESG de forma que conecte con quienes nos rodean y proyecte lo que aportamos al mundo.
E importa y mucho. Porque nuestra capacidad para proyectarlo adecuadamente es la posibilidad de ser escogidos por ese 90% de nuevos consumidores, de ser escogidos por el 100% de los fondos y banca de inversión cuando necesites ayuda mañana, de ser escogidos por el 85% del futuro talento que quieres contratar.
Así que si trabajas con la ESG piensa en darle un paraguas llamado Propósito, y si tienes un Propósito que adorna la pared, busca activarlo con la ESG.
En fin, hacer lo correcto… ¿costaba tanto?
COMMENTS