Una de las cosas que mejor caracteriza al ser humano, es su capacidad para adaptarse a su entorno. Esa capacidad y flexibilidad de nuestra condición, nos ha hecho llegar a ser lo que somos hoy.
Nuestro cerebro esta diseñado para mutar. Para cambiar sus marcos de referencia cuando lo necesita, para adquirir diferentes perspectivas desde las que entender el mundo, e incluso la capacidad para filtrar lo que considera importante y lo que no. Y lo hace sólo, sin que tú se lo digas.
También tiene la extraña habilidad de seleccionar lo que nos tiene que importar y lo que no, según el contexto en el que nos encontramos. En casa no te importa llevar pijama, pero sí te importa llevarlo en la calle. Jamás tirarías un papel al suelo con mucha gente mirándote fijamente, pero seguro que alguna vez tiraste alguno cuando nadie miraba.
Y seguro que te importan muchos los derechos humanos, pero te importa poco quién fabrica o en qué condiciones lo hacen.
Pero no es que no te importe. De verdad te importa, pero tu cerebro decide priorizar otras cosas según el contexto. Entre la injusticia y la justicia, escogeremos siempre la justicia. Entre poder ir bien vestido sin sacrificar mi economía, y la justicia mundial… pues sí. Digas lo que digas, tu cerebro, en su parte más primitiva está programado para ser egoísta, para sobrevivir. Y es cierto que estamos cambiando ciertas cosas, porque se están cambiando esos marcos de referencia y contextos en los que crecen las nuevas generaciones. Pero siempre tenemos la habilidad de cambiar de prisma y tomar la decisión que menos nos perjudica como individuos.
Esto tiene un impacto probado en la relación de las personas con las Marcas.
Muchos estos días estamos planteando, casi haciendo una lista, de aquellas Marcas que deciden quedarse a apoyar y ayudar, y aquellas que cual ratas de un barco huyen porque se hunde.
Muchos dicen aquello de ‘Cuando todo acabe, tendré memoria’. Y yo sólo puedo pensar, ‘ojalá’.
Ojalá porque la historia nos ha enseñado que somos muy susceptibles a sumarnos a una causa cuando el contexto colectivo nos refuerza las decisiones de nuestro cerebro. Su marco de referencia está plagado de razones por las que gritar juntos.
Pero cuando ese cerebro, se encuentra en un contexto de decisión individual, cuando ya no hay ruido de una masa gritándote al oído (susurrándote en twitter), el mecanismo de decisión cambia.
España, sufrió una de las mayores reestructuraciones financieras de su historia, acabando en un rescate de Bankia de cerca de 65.000 millones de Euros que pagamos todos. En aquel momento el clamor era increíble, muchos se preguntaban si Bankia no debería sufrir un rebranding completo para poder sortear el odio y el rencor futuro de los pobres ciudadanos…. Desde el rescate, Bankia ha estado liderando el número de cuentas corrientes de particulares cada año.
Nos engañaron a costa de nuestro planeta, de nuestros recursos, del futuro de nuestros hijos. Nos mintieron, nos vendieron algo que no era. VW manipuló los sistemas de sus vehículos diésel para ocultar las emisiones, una de las mayores crisis de reputación de la historia para una Marca… Al año siguiente seguí siendo líder en ventas. Y al otro, y al otro, hasta hoy 2020.
Hemos visto como compañías de comida mataban a los animales de la forma más cruel, empresas de moda fabricar en países lejanos en los que no se respetan los derechos humanos, las mismas a las que hoy aplaudimos sus donaciones.
No es que no nos importe, pero cuando nos disponemos a tomar una elección que nos afecta a nuestros intereses particulares, el marco sobre el que comparamos y tomamos decisiones cambia.
Por eso, en esta crisis del COVID19, en la que todo tipo de Marcas se han sumado a ayudar, y otras a salir corriendo a refugiarse, hoy gritamos mucho al albor de todos los que escuchan, lo mucho que recordaremos, y lo mucho que se lo haremos pagar.
Ojalá. Ojalá sea, y cambiemos de una vez por todas la historia que nos condena a repetir, una y otra vez, nuestros errores, como sociedad, como especie y como individuos.
En fin, fuerza a todos.
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