Cuenta la leyenda que una joven llamada Cenicienta, gracias a la magia, consiguió convertirse en princesa por una sola noche. Deslumbrando a todos quienes la rodeaban. Pero tocaron las doce y…
La magia sólo ocurre en los cuentos, para el resto de los mortales si quieres cambiar requiere algo más que un traje nuevo, o unas joyas brillantes y deslumbrantes. Puedes aparentar algo que no eres un rato, pero no podrás hacerlo todo el tiempo.
El Branding va de cambiar, de cambiar de verdad. No va maquillajes, ni de luces cegadoras, ni tampoco va de ser rojo cuando eras azul de la noche a la mañana.
El Branding no va de aparentar el cambio, sino de hacerlo realidad. Es una disciplina que puede ayudarte a reconfigurar tu posición en la mente de quienes te rodean. De importarle a alguien por lo que eres, no sólo por lo que aparentas ser. Cuando hablamos de cambio, hablamos de redefinir lo que somos para los demás.
Si bien el Branding no es magia, el Branding tiene algo mágico, ya que es capaz de hacer que algo cambie, sin la necesidad de cambiarlo.
Muchos de los miedos para abordar un proyecto de Branding, de reposicionamiento, de evolución o de redefinición, son las implicaciones en todo aquello que se ve. Las implicaciones en todo aquello que fuimos, como si tuviéramos que romper con lo que nos trajo aquí.
Y eso no es siempre así. A veces cambiar no implica sustituir el logotipo de tus almacenes, ni camiones, ni tener que reimprimir tus tarjetas o que quede en el olvido todo aquel contenido que ya creaste, o que tengas que volver a explicar quién eras.
El Branding tiene ese extraño de poder de redefinir quién eres para seguir tu propio camino. Reimaginando tu posicionamiento, redefiniendo tu propuesta de valor, cambiando el Arquetipo que te define, incorporando un nuevo valor, ajustando tu personalidad, reformulando tu Tono de Voz o simplemente vigorizando tu universo visual, sin tocar tu logotipo.
Cambiando la forma en la que atiendes el teléfono.
Pensando otra relación con tus clientes.
Motivando de otra manera a tus empleados.
Seleccionando por otros criterios al talento.
Cambiando esa música que ponías en tus eventos.
Modernizando esa forma que tenían de vestir tus comerciales.
Actualizando tu estrategia de contenidos en redes sociales.
Dándole otro Tono a tu comunicación.
Reordenando tu portfolio de productos y servicios.
Reescribiendo tus contratos con tus clientes.
Patrocinando algo que jamás imaginaste patrocinar.
Revitalizando tu espacio corporativo.
Marcando tu línea de innovación.
Desarrollando nuevos productos y servicios.
Todo eso, y mucho más, construye tu realidad más allá que lo que pueda hacer un logotipo, un color, o una tarjeta corporativa. Cambiando todo eso, lo cambias todo, aunque parezca que no haya cambiado nada.
Ese es el poder del Branding, es una transformación accesible a todos los niveles que te permite empezar a caminar en la dirección que deberías. Si por el camino acabas cambiando de ropa y de zapatos, tiempo habrás tenido de cambiar primero lo importante.
Un ejercicio de Branding no siempre requiere miles de euros rehaciendo materiales y produciendo nuevas camisetas que ponerte. A veces basta con atender el teléfono con una sonrisa.
En fin, al alcance de todos, todos los que quieran.
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