La capacidad de atención de un pez de colores es de 9 segundos, la capacidad del ser humano hoy es de 8. Es decir, en teoría es más sencillo entretener a un pez, que a un ser humano.
Microsoft hace unos años, en un experimento que se llevó a cabo en Canadá, comprobó que la capacidad de atención de las personas había disminuido desde el año 2000 a casi la mitad.
En este estudio se intentaba demostrar lo mucho que ha impactado la transformación digital y tecnológica de nuestro entorno, sometiendo a nuestros cerebros a una hiperestimulación informativa y sensorial que ha activado mecanismos de protección para preservar nuestra salud mental.
Es algo obvio. Imagina que intentas guardar toda la información que cabe hoy en un PenDrive, en el primer ordenador que se fabricó, que tenía una capacidad de almacenamiento de 128 bytes. Hoy nos cabe en el bolsillo más de 2GB, dos millones de veces más.
Pues con nuestro cerebro igual. Tenemos un cerebro biológico desarrollado hace más de 100.000 años, no hemos sufrido ninguna actualización biológica 3.0, pero ese cerebro pensado para interactuar en un entorno concreto lo hemos sometido a una presión para la que no estaba diseñado, como el caso del ordenador. Es normal que no podamos más.
Frente a este escenario de infoxicación, nuestro cerebro tiene que filtrar cada vez más rápido el mundo que le rodea, y eso nos ha llevado a reducir nuestra atención que prestamos a todo.
Leemos titulares y con suerte artículos en diagonal, a una serie nueva le damos un margen de 10 minutos antes de quitarla si no intuimos que era lo que que pensábamos, las nuevas generaciones rotan de trabajo mucho más que lo que hicimos nosotros en sus primeros años, somos cada día más infieles a lo que consumimos y estamos dispuestos a cambiar más veces de banco que de dentista.
Recibimos una media de 3.000 impactos diarios de comunicación, entre el trabajo y nuestras obligaciones, a un ciudadano medio, le quedan unas 3h libres al día.
Y en ese tiempo las Marcas se han propuesto que personalicemos las zapatillas que queremos comprar, que escojamos los detalles del viaje que queremos hacer, que escojamos nuestra cena entre más de mil tipos de restaurantes y opciones… Las Marcas se han propuesto liquidar nuestras neuronas.
En un presente agobiante, las Marcas tienen el reto de simplificar nuestras elecciones, de convertirse en un asistente que nos facilite la vida, que creen un valor relevante que merezca la pena prestar atención.
En esos 8 segundos, tiene que quedar muy claro quién eres y qué puedes aportarme. Propuestas de valor claras y sencillas, conectadas con las motivaciones principales, creando diferenciación y relevancia para generar valor y preferencia. En 8 segundos.
Está claro que quien no comprenda este reto, sean 8, 20 o 190 segundos, está destinado a desaparecer en nuestro cubo de la basura mental.
Competir ya no es simplemente una cuestión de tener lo que otros no tienen, sino de importar como otros no importan.
Por ello, en una era de alta complejidad competitiva, y de extrema exigencia para las audiencias, es importante construir posiciones sencillas, que tengan un impacto real en nuestras vidas, que nos ayuden en lo que nos importa y que reduzcan la complejidad de nuestro mundo.
Las Marcas que no trabajen seriamente su diferenciación en todas sus dimensiones, tendrán un problema. Un posicionamiento, Identidad Visual y Tono de Voz diferencial, es la premisa básica para poder captar nuestra atención hoy.
Y ahí tenemos a los cada vez más refinados asistentes virtuales; a los coches que conducen por nosotros; a las plataformas de entretenimiento que nos recomiendan que ver; a las agencias de viajes que te llevan sin que tengas que pensar a donde ir; a las sucription boxes que te visten una vez al mes sin tener que escoger…
Un futuro para aquellas Marcas que sepan capitalizar un mensaje poderoso y que puedan simplificar nuestro mundo.
Porque aunque 8 segundos parezcan poco, son suficientes para dar 3 vueltas a la pecera y encontrar algo mejor que hacer.
En fin, y nos reíamos de Nemo.
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