El latido de tu corazón, tu respiración, la percepción de la realidad, el oxígeno en sangre, las endorfinas que genera tu cerebro, la adrenalina que corre por tus venas… Todo lo que hace sentirte diferente en un momento concreto, no lo controlas tú.
El ser humano es muy especial, a pesar de que nos creemos dueños de nuestra propia realidad y de todos los actos que realizamos, somos rehenes de un gran desconocido que llamamos inconsciente.
Aunque curiosamente ese inconsciente sabe mucho más de nosotros que nosotros mismos.
La forma en la que vivimos un instante, o recordamos algo concreto está directamente manipulada por factores y condicionantes que no controlamos. Tu estado de ánimo, el contexto en el que te encuentras, la sugestión previa, o directamente el ajuste que hace nuestro cerebro al almacenar ese recuerdo para que encaje con el ideal del mundo que hemos fabricado.
Hemos escrito mucho sobre cómo nuestra mente construye nuestra propia realidad, porque al final del día si el Branding trata de algo, trata de crear percepciones que construyan realidades relevantes para nosotros.
Somos fruto de una caja oscura que toma decisiones según los estímulos externos que le llegan, y prepara a nuestro organismo para responder. Aumentar el nivel de adrenalina frente a una amenaza, acelerar el ritmo de la respiración para tener más oxígeno en sangre y prepararnos cuando estamos nerviosos, o inyectar dopamina en nuestro cerebro cuando considera que nos merecemos un descanso.
Los estímulos externos tienen un impacto directo en la física y la química de nuestros cuerpos. Y eso altera nuestras percepciones.
Frente a este fenómeno las Marcas tienen mucho que decir y mucho que aprovechar. ¿Podemos usar la alteración de nuestro biorritmo para crear contextos favorables para nuestras Marcas? Podemos.
Todos conocemos, y lo hemos explicado aquí, el uso del Sonic Branding y el Aroma Branding (ver artículo Branding Sensorial), como herramientas que nos ayudan a construir nuevas dimensiones de identidad para las Marcas. Vehículos que transportan nuestra Personalidad a través de los sentidos.
Pero el uso de los estímulos externos para alterar nuestros biorritmos es un concepto diferente, que llamamos Biobranding.
El Biobranding es la capacidad de alterar nuestro estado físico para construir un entorno que favorezca una percepción. Es decir, ya no se trata de transmitir lo que soy a través de los sentidos, sino de utilizar los sentidos para manipular lo que eres.
Imagina que estás viendo un video corporativo con una música clásica, tranquila y pausada. Es muy probable que aunque tu percepción sea que esa Marca sea aburrida y sosa, también es posible que creas que es seria y profesional. Pero lo más importante, en ese momento es muy posible que tu pulso haya disminuido, tu respiración sea más lenta y el cerebro este avisando a todo el mundo que entramos en estado de mínima alerta. Lo que propicia que seas más vulnerable a asumir ideas a las que probablemente te suelas enfrentar.
Y no lo decimos nosotros, varios estudios realizados en 2008 por el doctor L.A Mitchell revelaron el impacto que tiene la música en nuestra conducta y alteración de nuestra personalidad.
Es decir, podemos utilizar estímulos externos para que nuestro inconsciente actúe de forma sugestiva sobre lo que somos y nos predisponga a percibir el mundo de una manera determinada.
Cuando nos exponemos a escuchar música frenética o épica, nuestro cuerpo dilata nuestras venas para que circule mayor cantidad de sangre, esto lleva más oxígeno a los músculos, más combustible para funcionar… mayor rendimiento.
En un estudio de la Bishop University demostraron que la música y los olores pueden reducir los episodios de dolor en pacientes hospitalizados. Es el poder de la sugestión de la mente.
¿Y si no usamos el Sonic Branding sólo para transmitir nuestra personalidad y lo usamos para construir estados de ánimo que nos ayuden a compartir una percepción? ¿Y si el Aroma puede ayudarnos a predisponer a nuestros clientes o empleados a un estado de ánimo concreto?
Ahora no sólo vale preguntarse quién soy y qué quiero transmitir a los que me rodean, sino cómo quiero que se sientan los demás cuando están cerca de mí.
En fin, cuidado lo que escuchas.
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