Vivimos en una sociedad en constante cambio, y llevamos así desde que pisamos este planeta.
En nuestra búsqueda constante de nuestros límites, el cambio es nuestra mejor herramienta. Es el responsable de nuestra sociedad, estilo de vida y futuro. El cambio no es más que la oportunidad de sobrevivir.
Lo único que hemos alterado con el paso de los siglos es la velocidad a la que cambiamos. La velocidad a la que hacemos cambiar a nuestro entorno, y por tanto, la velocidad a la que somos capaces de adaptarnos a ello.
Entornos cada vez más exigentes que replantean la forma que tenemos de subsistir en ellos.
Ya no valen las grandes reflexiones capaces de leer un entorno concreto, ni tampoco las largas pausas que nos dan oxígeno para verlo todo con claridad, y mucho menos el no hacer nada esperando que todo siga igual… porque mientras eso sucede, ya ha cambiado todo.
En nuestra industria, esto ha tenido un impacto directo. Han surgido nuevas formas de hacer las cosas y de plantear la competitividad de las empresas en un entorno tan cambiante. Ese entorno que muchos lo llaman ‘VUCA’ (volátil, incierto, complejo y ambigüo).
Se pone de moda la metodología Agile y varias corrientes más que ponen de moda algo que ya existía en los 60. Básicamente, actuar mientras planificas.
Ya no hay tiempo de pensar, diseñar o crear productos y modelos perfectos listos para competir, sino que los vamos creando y repensando a medida que compiten.
El famoso acrónimo que da sentido a todo esto es el: MPV o MVP, depende del idioma en el que lo conozcáis: Mínimo Producto Viable
Un término que nace de la industria del software para designar aquel producto digital que sin ser la mejor versión de si mismo, es la suficiente para tener pulso del mercado y de la reacción del mismo, permitiendo evolucionar según las necesidades reales.
Básicamente era y es el diseño de la mínima unidad funcional que nos permita poner a prueba nuestra idea o nuestro negocio, en el mínimo tiempo posible para iterar rápido en la mejora y la perfección.
Esto nos ha llevado a conceptos altamente peligrosos desde un punto de vista, tanto de Marca, como de Negocio.
Desde el punto de vista de Marca, llevamos años hablando de los conceptos (aquí explicados) de las FastBrands. Nuevas formas de construcción de Marcas que nos permite en menos tiempo tener una Propuesta de Valor en el mercado lista para evolucionar si fuera necesario.
Eso tiene su lado positivo y el negativo. El positivo es que tener Marcas flexibles y ágiles para su evolución nos permite adaptarnos y competir mejor. Pero el negativo es que el desgaste que se puede sufrir en el proceso es la dilución de toda relevancia para quienes nos observan.
Pero en realidad, el efecto más peligroso es el impacto de todo esto en el Negocio. Pretender aplicar el concepto de MPV al Negocio, es un error de dimensiones épicas. Y no son pocos los negocios que hoy surgen de la idea de un simple producto.
La definición de ese producto, no te equivoques, es la definición de tu Negocio.
Aplicar el concepto de MPV cuando estamos arrancando nuestro negocio, no parece ser la mejor de las ideas, si lo que quieres es competir. El MPV está fenomenal para poner algo rápido en el mercado. Pero muchas veces es más importante llegar con poder competitivo, que rápido.
En lugar de pensar en el Mínimo Producto Viable tenemos que pensar en el Mínimo Producto Competitivo: MPC
No el producto o modelo que más rápido sea capaz de poner en el mercado, sino el producto o modelo que más rápido sea capaz de poner en el mercado creando una ventaja competitiva.
Y aquí pinchamos mucho, todos.
No son pocos los proyectos que llegan con fabulosas ideas que pueden tumbar a gigantes pero que son incapaces de ser puestas en funcionamiento en el corto plazo. Y lo que se puede hacer en el corto no es nada más que lo que ya hacen los demás.
En ese caso tienes varios problemas, y uno de ellos es la construcción de una Marca que sea capaz de sostener una Promesa que no puede cumplir. Una Marca que no podrá ser diferencial y relevante perdiendo toda su energía inicial.
A no ser que tengas el poder del ‘presupuesto’ y seas capaz de, haciendo lo mismo que los demás, dejar claro que tú eres la opción. Y eso se llama GRP.
El Mínimo Producto Competitivo tiene que ayudar a apalancar un significado relevante capaz de crear valor y preferencia. Una base sobre la que construir un posicionamiento diferencial y una Marca poderosa.
El Mínimo Producto Viable nos ofrece la oportunidad de existir, el Mínimo Producto Competitivo no da la oportunidad de sobrevivir.
En fin, bienvenidos a la era del MPC.
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