Gran parte de nuestro mundo no es lo que parece. De hecho el mundo real se parece muy poco a lo que percibimos.
Los colores no son más que la interpretación de ondas de energía cuando un electrón es excitado por un fotón de luz. El sonido no existe, es la simple interpretación de nuestro oído de las compresiones del aire. Y ni si quiera el cielo es azul, es simplemente la luz interactuando con el oxígeno y el ozono.
Y por si fuera poco, por ejemplo, nuestros ojos no ven. Es nuestro cerebro quien ve, nuestros ojos sólo son las ventanas al mundo de una caja oscura, que recoge luz para su diversión.
El mundo que nos envuelve no es el que es, es el que percibimos.
El Branding, en cierto modo no es más que la construcción de Percepciones que nos ayudan a construir el mundo que queremos que vean.
Colores, sonidos, comportamientos, formas, texturas, mensajes, voces, productos… percepciones, significados, que son capaces de crear valor y preferencia en un mundo lleno de interpretaciones.
En la particular lucha de las Marcas por construir valor y preferencia, hay una lucha por la Percepción.
Una de las cosas que ayuda a las Marcas a generar valor de forma constante, es la innovación. La capacidad de evolucionar, sorprender, ir un paso por delante, y liderar.
La innovación es una obsesión para aquellas Marcas que quieren competir en valor y no en precio. Que quieren construir un mundo con sus propias reglas y no seguir a los demás. Que quieren ser alguien único y no alguien del montón. Que quieren demostrar que al mundo que apuestan por el mejor talento. Que no se conforman con seguir donde están.
Pero la innovación es algo tremendamente exigente, requiere inversión, constancia, una cultura que premie y fomente los errores, agilidad, determinación y sobre todo inmediatez.
La innovación como muchos la perciben requiere un QUÉ.
Y tener un QUÉ es muuuyyy caro. Primero porque tienes que tenerlo, y segundo porque ya puede ser muy bueno y único para que alguien más no lo tenga en poco tiempo.
Una Innovación de QUÉ, basada en producto, proceso o modelo de negocio, es una innovación que puede ser muy rentable si somos capaces de sostenerla el tiempo necesario, o un fracaso si lo único que hacemos es abrir el camino a las hordas de competidores.
Pero lo mejor de la Innovación es, que como nuestra realidad, es una Percepción. Innovación no sólo es lo QUÉ tengo, sino el CÓMO lo hago.
En realidad, pensar en formas distintas de contar algo, de mostrar algo, de enseñar algo, de construir una realidad distinta, es Innovar. Es crear la percepción de que existe algo diferente.
Mientras que esforzarte 2 años por lanzar una bebida saludable única en el mercado, te dará la ventaja de los meses que tarde la competencia en copiártela… el esfuerzo de construir una Marca que hace y dice las cosas de forma diferente, creará un espacio único en la mente de quienes la rodean, difícilmente conquistable.
Cuando las Marcas son capaces de construir Percepciones que se convierten en Significados poderosos, son capaces de conquistar la realidad de las personas.
¿Cuánto le duró la innovación digital a ING frente a BBVA? ¿Cuánto le durará a BBVA frente a Santander? ¿Cuánto tiempo pasará para que Santander le quite el significado de joven y fresco a ING?
Pensar en la Marca como un eje poderoso de Innovación, es pensar que podemos construir realidades competitivas de liderazgo sin ser los únicos que tenemos algo.
Una buena construcción de Marca puede ayudarnos a competir de forma innovadora, sin tener ni un solo producto innovador. Al final, el mundo que creemos es el mundo que percibimos, y construir las percepciones adecuadas, es crear el mundo que quieres que creamos.
En fin, innovar es una actitud, no un fin.
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