Los seres vivos han sido capaces de adaptarse a su entorno desde que pisamos este planeta. Tenemos la habilidad innata de adecuarnos a las condiciones que nos rodean.
Siendo de la misma especie, un niño nacido en Siberia y una niña nacida en Angola, posiblemente en su edad adulta toleran el frio y el calor de formas muy distintas. Somos lo que es nuestro entorno.
En este aspecto, las Marcas tienen el mismo reto. Para sobrevivir a largo plazo hay que cambiar al corto.
La supervivencia de una Marca pasa por su capacidad de adaptación al medio en el que habita. Y ya no simplemente por su capacidad de cambiar, sino por su capacidad de adaptarse a la velocidad que se requiere.
Para ilustrar uno de los grandes errores de las Marcas, y de muchas de las personas que nos rodean, os vamos a contar una pequeña historia de una Rana:
Imaginad que introducimos en un recipiente con agua una pequeña Rana. Si aplicamos calor al recipiente, el agua se calienta y la Rana tiene un extraordinario mecanismo que le permite regular su temperatura corporal para adaptarse al entorno, por lo que la Rana no se incomoda.
Calentamos más el recipiente, y la Rana sigue ajustándose la temperatura sin cambio aparente. Pero lo calentamos tanto que lleva al punto de ebullición del agua. En ese momento la Rana se da cuenta que no puede ajustar tanto su temperatura, que está en peligro y necesita saltar para salir de ahí.
La Rana no puede saltar porque toda su energía ha sido consumida en el ajuste de su metabolismo mientras subía gradualmente la temperatura del recipiente. La Rana, muere.
¿Qué ha matado a la Rana?
Pues no la ha matado el agua hirviendo, sino su falta de herramientas para decidir cuando era el momento crítico de salir del recipiente, antes de no poder afrontar otro cambio de temperatura.
A la Rana la mató sus KPIs.
Si no puedes medirlo, no puedes gestionarlo. Es una de las principales máximas de tu vida, y de una Marca.
El KPI (ver artículo) es una variable que podemos medir de forma sostenible en el tiempo, para tomar decisiones sobre un proceso o un evento.
En este caso la Temperatura del agua era un KPI crítico, que la Rana no pudo observar porque su cuerpo se ajustaba al entorno sin percibir el peligro.
Esta fábula de la Rana, es exactamente lo que les pasa a muchas Marcas que nos encontramos en nuestras vidas.
Marcas que se direccionan a golpe de acciones, que no disponen de un plan concreto más que el de sus resultados comerciales, y Marcas ciegas en su gestión.
Marcas que observan cómo cambia su entorno e intentan ir adaptándose al mismo, sin gran conciencia de ello, y cuando se quieren dar cuenta, de ella no queda nada más que incosistencia o una ligera idea de lo que fue en su momento. Llegado a ese punto, cuando quieres recomponerte, el daño ya es muy grave, el coste es enorme y la energía es finita.
Las Marcas necesitan tener un plan para poder medir la temperatura del agua en la que se encuentran, y cómo de lejos o cerca están del colapso con su propia temperatura.
Las Marcas necesitan planes de medición que les ayuden a entender de forma periódica:
- Cómo está cambiando el contexto competitivo
- Hacia dónde se mueve la categoría
- Cómo estamos respecto a esos cambios
- Si nuestra Marca sigue teniendo buena salud para afrontarlos
- Si nos movemos cuánto nos tenemos que mover
- Cómo ha afectado ese movimiento a mi Marca
- Cuándo tengo que volverme a mover
Para gestionar una Marca necesitamos crear un entorno controlado de variables que nos faciliten la toma de decisiones, que nos permitan anticipar el cambio, que nos indiquen hacía dónde nos movemos y de qué forma, y sobre todo que nos avisen de cuándo tenemos que saltar del recipiente.
Una Marca mal gestionada es como una piedra con alas, no volará jamás.
En fin, croak croak.
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