El ser humano es especialista en emocionarse y correr en una dirección sin tener claro ni porqué corre.
Primero corrimos todos a tener una .com, sin saber muy bien que significaba eso. Corrimos para estar en todas las redes sociales sin preguntarnos si tenía sentido. Luego corrimos todos en aquello de la transformación digital sin saber realmente cómo impactaba en nuestro modelo de negocio. Luego corrimos para subirnos al BigData sin saber qué hacer realmente con esa información, y por último corrimos para engancharnos a esto de la AI (inteligencia artificial) sin entender cómo impacta eso en mi experiencia y construcción de relaciones...
Y ahora, estamos corriendo a los brazos de los llamados ‘Influencers’.
Personas, con más beneficio que oficio, que utilizamos para generar una opinión positiva sobre un contexto, un concepto o una Marca. Personas que son foco de millones de seguidores en redes sociales, creando una corriente de opinión poderosa que muchos comparten.
Tener un influencer de tu parte, te ayuda a generar notoriedad, construir un contexto concreto en el que vivir, ser relevante, cambiar opinión, construir reputación… o destruirla.
No son pocas las Marcas que estamos viendo corriendo para hacer uso de este concepto, y como en el resto de casos de nuestra historia, más por inercia que por entendimiento.
Podemos utilizar este ‘influencer’ que tiene 300.000 seguidores para que hable de lo chulo que es nuestro producto. Se lo regalamos y además le damos 3 pases Vips para nuestro evento y se tiene que comprometer a hacer 2 post y 3 recomendaciones en redes.
Desde el punto de vista operativo, lo primero que nos tenemos que preguntar es qué valor tiene para tu Marca un Like, ya lo contamos en este artículo (LIKE Vs Embajadores), pero lo más importante es entender a quién le estás dejando tu Marca en sus manos.
Es decir, ¿Te has preguntado si esta persona encaja con tu personalidad de Marca? ¿Comparte tus valores? ¿Has mirado su histórico de publicaciones? ¿Sabes cómo piensa? ¿Cómo reacciona?
Pensar en un Influencer para tu Marca, es pensar en quién se va a poner tu camiseta.
Acciones de promoción, cada vez menos sinceras y más transaccionales… ¿Permitirás que un Influencer al que pagas hable mal de tu producto o servicio? ¿Eso construye confianza o genera desconfianza?
Es decir, en el momento que tienes que pagar o incentivar a alguien para que hable bien de tu Marca, tienes un problema.
La verdadera confianza es la que se construye de las experiencias sinceras, de la vivencia espontánea de tus consumidores.
Al final, el producto que le envías al influencer, la experiencia que le haces vivir, será la mejor del mundo, te esforzarás para que sea perfecta… pero, ¿lo es así en realidad para el resto de tus consumidores? ¿Habrá un GAP?
El mejor influencer es aquel consumidor que está orgulloso de consumir tu Marca.
¿Vale todo por un Like? ¿Dejarías tu Marca en manos de un extraño? Y sobre todo ¿Sabrías controlar la reacción de la inconsistencia de tu promesa cuando alguien la descubra?
Tu Marca es la suma de lo que vives con ella, y la promesa de mantener eso en el tiempo.
Desde esa óptica un Influencer no es más efectivo que un banner con patas, porque lo que determina el resultado de esa comunicación es la realidad de tu Marca, y será igual de buena o mala, si lo hace una persona con 300.000 seguidores o 300.000 clientes satisfechos.
Dale una excusa y una historia que contar a tus clientes, y no necesitarás pagar a un influencer que venda, bajo mano, tu Marca.
Como todo en la vida, todo en su justa medida puede ser positivo, siempre que sepas lo que estás haciendo, qué objetivo tienes y a quién le dejas tu Marca. Eso sí, correr cual pollo sin cabeza hacia la luz, habitualmente conlleva tropezar.
En fin, construye fidelidad y no humo.
COMMENTS