Vivimos en una sociedad colapsada. Una sociedad que ha visto como se hiperconectaba entre sí, a objetos, electrodomésticos, y que veía como caían las fronteras de su mundo, siendo ahora más accesible por todos.
Una sociedad que ha perdido la capacidad de aislarse.
Vivimos en un mundo en el que hagamos lo que hagamos formamos parte de una comunidad, nos encasillan y nos agrupan. Un mundo que te encuentra siempre que haces click, abres el móvil o simplemente usas tu tarjeta.
Hemos dejado de ser individuos, para ser comunidades.
En este contexto, como en todos los que se lleva al extremo algo, surge el efecto rebote. Surge la necesidad de volver a reivindicar el YO por encima del TODOS, y a pensar más en el mundo que te rodea y puedes tocas, que el mundo al que te conectas y casi no tangibilizas.
Tienes miles de amigos en redes sociales, que no son amigos. Tienes una lista de contactos que saben cuándo coges el teléfono. Tienes una tarjeta de débito que te manda mensajes al móvil cuando gastas y sabe en lo que te lo gastas. Tienes un piso que detecta cuando estas en casa. Tienes un coche que se conecta directamente a tus redes sociales. Tienes un móvil mil veces más poderoso que el ordenador que mando al hombre a la luna.
Pero, ¿Qué controlas en realidad tú?
Nace el fenómeno de los ‘Desconectados’, personas que valoran la posibilidad de estar al margen de este mundo de información vertiginosa. Personas que quieren de alguna forma controlar su privacidad y recuperar su esencia.
Personas que valoran más el momento, que la foto. Que disfrutan más de una conversación en un bar que un chat de whatsapp. Personas que creen que el móvil Motorolla de tapa es mejor que el iPhone7.
Al final, personas que presentan una oportunidad y un reto para las Marcas del mañana.
Las Marcas se han adaptado, algunas lo intentan todavía, a un mundo digital al que nos sumamos todos de forma ineludible. Algunas simplemente decidieron que no tenía sentido estar fuera del mismo, y que relacionarse con nosotros en nuestro mundo físico era una pérdida de tiempo.
Bueno, pensemos un momento, sinceramente… ¿Qué te haría más ilusión? ¿Que una Marca te mandara una postal a tu buzón felicitándote un cumpleaños, o que te mandara un email que te llega al Spam?
Las Marcas han sobrevalorado la importancia de lo digital en nuestras vidas. Y han abandonado el mundo que realmente nos importa, el que podemos tocar.
Y se enfrentan a un futuro de saturación. ¿Es posible surgir del ruido de las redes sociales de forma relevante? ¿Es efectivo esos emails que llegan a tu carpeta de ‘Promociones’ de Gmail?
¿Cuántos de vosotros no habéis desconectado ya las notificaciones de muchas de vuestras APPs? ¿Cuántos no ponéis el móvil en modo ‘No molestar’ algunas horas del día? ¿Cuántos no silenciáis ‘Grupos’ de Whatsapp?
La desconexión jamás podrá ser total, evidentemente, pero sí puede ser selectiva y eso va a afectar a muchas de las Marcas que hoy tienen presencia, o quieren tenerla en nuestras vidas.
Muchas Marcas han confundido formar parte de nuestro ecosistema digital, con crear una relación con nosotros. Y no es lo mismo.
Siempre será más poderos construir una relación sincera fuera de la hiperconexión, que una efímera dentro del caos.
Por ello las Marcas deben dejar de pensar en el ON/OFF, y empezar a pensar en cómo llegar hasta nosotros desde lo que nos interesa.
Las Marcas del mañana tiene que darnos la posibilidad de relacionarnos con ellas desde todos los canales, para poder tener el control de dónde queremos pasar nuestro tiempo, y cómo queremos comunicarnos con ellas.
Imagina que mañana apagas los dato de tu móvil, ¿cuántas veces accederías a tus redes sociales? Pues eso.
En fin, desconecta y vivirás.
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