Uno de los avances de nuestra sociedad moderna fue sustituir el intercambio de bienes de consumo por un elemento que representara su valor.
En la época de los romanos ese elemento era la sal y de ahí proviene la palabra salario. Poco después llego el concepto de moneda, pagaré y los billetes que circulan actualmente por nuestras calles.
Un salto que transformó nuestra sociedad pues permitía almacenar riquezas, especular y agilizar nuestro mundo.
El dinero se convirtió en la única palabra de significado universal capaz de mover el mundo por encima de todo lo demás. Lamentablemente.
Nos guste o no, cuando hablamos de dinero todo el mundo presta a atención. Igual no te interesa esa máquina compleja que es capaz de hacer mil millones de cosas, hasta que te mencionan que ahorras dinero todos los meses. Igual no te interesa esa tarjeta con mil ventajas hasta que te dicen que ahorrarás el 50% de todo lo que gastes.
Igual a tu CEO no le interesa saber cómo funciona la última línea de producción y las características técnicas que tiene hasta que le pongas en un gráfico de barras el dinero que se va a ahorra en mantenimiento este año.
Hagas lo que hagas, es dinero.
La batalla principal de esta disciplina, el branding, es demostrar su valor a aquellos que todavía se preguntan para qué sirve una Marca. Y es quizás la batalla que no hemos sabido jugar estos años.
¿Por qué seguir hablando de Fortaleza de Marca? Y no hablar del dinero que supone el incremento de la fidelidad de nuestros clientes. ¿Por qué seguir hablando de diferenciación y relevancia? Y no hablar del dinero que hemos ganado en cuota de mercado.
¿Por qué hablar de NPS o índice de recomendación? Y no hablar del dinero que perdemos por culpa de las quejas de nuestros clientes.
El branding es dinero:
Caer en el olvido de tus consumidores, es dinero.
No ser mejores que la competencia, es dinero.
Que se te vayan los empleados porque no se sienten orgullosos aquí, es dinero.
Cuando tus productos no muestran su ventaja competitiva, es dinero.
El día en el que nadie sabe describir quién eres de la misma forma, es dinero.
Esa campaña tan chula en televisión que no encaja con lo que realmente eres, es dinero.
Que tu posición y liderazgo no lo reconozca nadie, es dinero.
Cuando compras compañías y otros negocios y no sabes integrarlos, es dinero.
En el momento que quieres saltar las fronteras y no eres competitivo, es dinero.
Ese día en el que un cliente jamás te recomendará, es dinero.
Y el instante en que alguien te confunde con tu competencia, es dinero.
No se trata de posicionamientos, ni valores, ni propuesta de valor, ni tan siquiera de identidades, ni tampoco de indicadores de salud de marca, ni mucho menos de KPIs de gestión. Si esto es muy sencillo, se trata de dinero.
La Marca la entienden unos pocos, a pesar de que aquellos que no la entiendan gestionan una sin saberlo. Ahora bien, todo el mundo sabe que gestionar su dinero y todo el mundo entiende el impacto que tiene en su negocio.
Así que, o empezamos a hablar de la Marca como un tangible capaz de impactar positivamente en el negocio, o podemos seguir esforzándonos por explicar que es algo más que luces y colores.
El dinero mueve el mundo, también a las Marcas.
En fin, show me the money!!!
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