Imagina una familia de siete hermanos. Todos tuvieron la misma educación, todos vivieron las mismas experiencias en casa, y sin embargo cada uno tendrá su personalidad, tendrá sus creencias y seguramente definirá a su familia de forma distinta.
Sería justo decir que podemos definir la familia como la suma de sus miembros, y no a sus miembros como un reflejo de su familia.
Lo mismo sucede con tu Marca. No importa que definas lo que eres si tus empleados no lo son.
La Cultura de Marca es el motor que hace que una compañía funcione de una determinada manera u otra. Es el factor que hace posible la existencia de tu Marca.
La Cultura determina la forma en la que nos comportamos, nos relacionamos, e incluso establece las creencias por las que funcionamos. Es una parte vital de la construcción y gestión de cualquier Marcas.
En Branzai hemos hablado mucho de su importancia y la necesidad de alinear lo que somos con lo que queremos ser.
Tan importante es tener un buen Posicionamiento, como tener una Cultura que permita alcanzarlo.
Lo complicado es pensar realmente en esa activación. La mayoría de los problemas de las compañías en término de Marca, no es tener una Marca con problemas sino tener una Cultura inapropiada para cambiar la situación.
Uno de los retos más titánicos de cualquier proyecto de Branding que merezca llevar ese nombre, no es el cambio sobre el papel, sino la capacidad de activar esa Cultura internamente.
Y aquí es dónde llega el momento de estrellarse en una pared.
Tendemos a creer, igual que en el ejemplo de la familia, que quien determina la Cultura de una compañía es su máximo responsable. El padre o la madre dictan las normas y aquí se hacen las cosas a mi manera.
Eso es cierto a medias, porque si un estilo de dirección no encaja con los valores y personalidad de tus empleados, ya puedes ir pensando en que tienes y tendrás un problema. Primero porque aunque lo sigan y actúen como esperas, lo estarán haciendo en contra de lo que ellos querrían y se te fugará el talento, habrá frustración interna e infelicidad. Y la otra alternativa es que creas que estás creando una Cultura que nadie activa porque no quiere.
Al final del día, pase lo que pase, tu Cultura es en realidad, no la que tú dictas, sino la que tienen tus empleados.
La Cultura de tu Marca es la Cultura de tus empleados. Y no al revés.
Por eso es tan importante tener los correctos programas de reclutamiento, y contratar a aquellas personas que serán capaces de ayudarte a construir la Cultura que deseas.
Nuestra Marca es la suma del comportamiento de nuestros empleados, y su comportamiento es el resultado de sus creencias, valores y personalidad, y eso viene de serie.
¿Puedes hacer que alguien antipático sea divertido? ¿Qué alguien descuidado sea perfeccionista? ¿Qué tu hijo vaya con las amistades que no quieres?
Puedes intentarlo y obtendrás dos cosas:
- Empleados que huyan frustrados alejándose de algo que no son.
- O Empleados convertidos en Robots interpretando un papel en el que no son los mejores, ni se sienten cómodos.
Así que en el momento que entiendas que tu talento es tu Cultura y eso es tu Marca, te ahorrarás tener que mover montañas a puñetazos.
En fin, las personas lo son todo y todo son las personas.
COMMENTS