Seguro que recuerdas ese olor particular de la panadería al que ibas en tu infancia, o aquella zapatería de la esquina que tenía tan pocos modelos, o la librería a la que ibas a comprar golosinas cuando te escapabas del colegio.
Que hubiera sido nuestra infancia sin esas pequeñas grandes Marcas de barrio.
Si las Marcas crecieron en algún lugar en nuestra historia, crecieron a nuestro lado, estuvieron ahí cerca cuando las necesitamos, se aprendieron nuestros nombres, nuestras costumbres e incluso aquellas cosas que más nos gustaban.
Marcas que han dado vida a nuestras ciudades, pueblos y calles, y que han construido una forma de vivir que hoy todos conocemos.
Pero las estamos matando.
La concentración de las grandes superficies, las estrategias comerciales a pérdida de productos para atraer la oferta y ganar por volumen en lugar de valor, está aniquilando a aquellos negocios, aquellas Marcas que tantos años dieron algo por ti.
En parte por la incapacidad de estos negocios para reinventarse, construir un modelo competitivo distinto, diferencial, de más valor añadido, y en GRAN parte por nuestra culpa. Porque hemos dejado de pasear por las calles de nuestros barrios, y nos desplazamos a los centros masificados donde se reúne la nueva oferta lúdica y comercial de grandes superficies.
¿Te imaginas un mundo sin tiendas de barrio? ¿Salir a la calle y allí dónde hoy ves un comercio, una Marca, que estuviera vacío?
Si nos preocupa la deforestación de los bosques, las tiendas de barrio son los árboles que sustentan nuestras ciudades y comunidades, dotan de oxígeno y vida nuestras calles, son el cobijo de parte de nuestra comunidad. Sin esos pequeños comercios, nuestras calles, nuestras economías serían como pequeños desiertos estériles.
Pues no imaginemos tanto, porque estamos creando un modelo que acelera el proceso, y sólo tiene una posible solución. Una solución que pasa por 2 grandes cambios:
1.
De Comercios a Marcas
La falta de profesionalización del pequeño comercio los mantiene en la indefinición constante. La ausencia de asesoramiento a la hora de construir un modelo competitivo, de comunicar, de crear un experiencia diferencial e incluso de definir su propia identidad. La falta de Marcas bien construidas es un cáncer para el barrio.
Y cuando hablamos de Marca no hablamos de bonitos letreros, ni grandes logotipos. Hablamos de personalidades, de experiencias únicas, de relaciones, de valor.
2.
De Ciudadanos a Vecinos
En un mundo impersonal, hiperconectado, en el que exigimos responsabilidad a las Marcas con su entorno y sus comunidades, en el que miramos con lupa lo que hacen y estamos alerta de que contribuyan justamente con el espacio que ocupan; deberíamos pensar qué igual nosotros tenemos que aplicarnos el mismo cuento.
Dejar de ser simple habitantes de nuestra comunidad y convertirnos en vecinos, aportando valor a las comunidades en las que vivimos, haciendo prosperar el entorno que habitamos. Porque un barrio colaborativo es un barrio de riqueza, en el que se crea empleo, se genera vida y se vive de una forma más humana.
Las grandes superficies invierten su dinero en sus cuentas de resultados, el panadero de la esquina lo invierte creando vida en tu calle. No lo olvides.
Al final todo se basa en las relaciones, en saber construir el contexto adecuado para iniciarlas y en adquirir el compromiso necesarios para mantenerlas.
Seguro que mañana no comprarás en la zapatería de enfrente, pero seguro que cuando cierre echarás algo en falta en tu calle.
En fin, la responsabilidad es bidireccional.
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