Hace 15 millones de años que apareció el primer homínido sobre la faz de la tierra. Hace 15 millones de años que empezamos a soñar con alcanzar la luna.
Y así fue, de monos a astronautas, en una evolución trepidante en la que hemos aprendido a conquistar nuevos mundos, a ser más complejos y a evolucionar cada vez más y más rápido.
Si echamos la mirada atrás, nuestra evolución ha sido exponencial, el ritmo al que crecemos hoy, al que inventamos, el ritmo al que nos superamos es infinitamente mayor que, simplemente, el último siglo.
Desde que apareció la bombilla hasta que tuvimos el microondas pasaron casi 100 años. Piensa un momento qué es lo que ha pasado desde el 2000 hasta hoy, en tan sólo 16 años.
Esta evolución no me deja de recordar a una evolución importante que hoy todavía muchas marcas tienen que hacer. Y las llamo Marcas por llamarlas de alguna forma.
Hoy todavía, como si del primer mono que pisase la tierra se tratase, tenemos Marcas que no han evolucionado, que no han dejado de ser Logos para ser Significados.
Si el hombre llegó del mono, la Marca llegó del logo.
Si nos remontamos al origen documentado del branding, encontraremos que la ‘marca’ no era más que un identificador gráfico que nos permitía ser reconocidos, al que se asociaban una serie de significados intrínsecos de nuestra actividad. Sabíamos que la A roja, era un símbolo del forjador de confianza.
Pero las Marcas, igual que los monos, se convirtieron en Astronautas.
Dejaron de ser un identificador, para ser un Significado, una idea poderosa que crea valor y preferencia, construye relaciones y se convierte en actitudes que seguir. Hoy la Marca es mucho más que su simple logotipo.
Desgraciadamente todavía hoy, podemos encontrar grandes corporaciones que creen que poseen grandes Marcas y lamentablemente lo que tienen son enormes logotipos coronando sus edificios, tan caros de cambiar.
No existe una idea central por la que se mueva la compañía, ni que todos los empleados sientan al iniciar el día. No existe un significado que lanzar al mundo de forma homogénea con el que conectar con nuestros consumidores. No existe un sistema de identidad capaz de expresar nuestra personalidad, ni nuestra propuesta de valor más allá del logotipo y la campaña de turno. No existe una forma propia de contar las cosas, ni decir lo que pensamos sin cambiarla cada temporada. No existe una cultura sobre la que alinear todos los esfuerzos, ni optimizar nuestros recursos. En definitiva, no existe la Marca.
Y es que las Marcas no son para cualquiera.
Si el hombre en su evolución, se ve en la obligación constante de reinventarse, mejorar, cambiar, exigirse y comprometerse con lo que quiere ser, las Marcas también.
Hoy quien tiene un Logo, en lugar de una Marca, tiene un Mono más que un Astronauta.
Convertir tu Logo en una Marca, es creer firmemente que tus pasos te pueden llevar a la luna, que tu viaje será lento pero te llevará lejos, que el mundo de repente evolucionará más rápido, que te exigirás más, pero vivirás mejor. Que te pusiste de pie para mirar al mundo a los ojos y decirle, estamos aquí.
Si hoy tienes un Logo, conviértelo en una Marca.
En fin, 15 millones de años debieron enseñarte algo.
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