Desde que el ser humano es capaz de comunicar, se ha esforzado por inspirar historias, relatos y vivencias que nos lleven a imaginar otros mundos en los que estar sin necesidad de visitarlos.
¿Quién no imaginó descubrir una isla que jamás nadie pisó?, ¿Quién no imaginó vivir en el futuro?, ¿Quién una noche de verano no voló a la luna?
El ser humano necesita historias con las que imaginar, con las que evolucionar e inspirar nuevas vidas.
El ser humano está forjado por cuentos.
Desde la Biblia y el Corán, hasta Isaac Asimov, literatura, ciencia y onírica que nos han mostrado mundos que no conocíamos y que nos han marcado caminos que seguir, para nuestra evolución personal, como la de nuestra especie.
¿Cuantos sueños habrá provocado el cuento del príncipe y la princesa? ¿El del mundo perdido? ¿El de la isla del tesoro?
Es difícil leer un libro y no abstraerse en el personaje principal, vivir su historia como si fuera la tuya e imaginarte en esa escena que tienes frente a tus ojos. Nuestro cerebro tiene la inmensa capacidad de situarnos en primera persona en todo aquello que recibimos.
¿Por qué? Porque, aunque alguno no lo parezca, el ser humano es empático y social por naturaleza, y necesita experimentar en primera persona los sentimientos, situaciones y preocupaciones de quienes les rodean para aprender de ello y estar preparados frente a las mismas. Es una pura cuestión de supervivencia grabada a fuego en nuestro ADN.
Esta capacidad y esta necesidad de vivir en primera persona aquello que nos cuentan, es la capacidad de ser humanos.
Este punto es algo que las Marcas parece que se han dejado un poco atrás. En su camino por ser algo en la vida de alguien, y convertirse en historias que contar, olvidaron algo fundamental.
La historia no eres tú, es lo que vivo contigo.
Ya lo explicamos en nuestro artículo del Storytelling al StoryLiving (aquí), pero hoy queremos profundizar algo más en un aspecto importante. Las Marcas se han olvidado del Por qué cuentan historias.
Parece que cualquier Marca que quiera existir hoy en el mercado tiene la necesidad de contarnos una historia, y en concreto la suya. O una vivencia, la suya. O una experiencia, la suya. O una hazaña, la suya… Pero se les olvida algo, ¿Cómo me ayuda esa historia a vivir la mía?
Es decir, ¿Puede esa historia tener una intención movilizadora? ¿Puedo vivirla yo mismo en primera persona hoy? ¿Es algo de lo que puedo aprender?
Los libros más poderosos de la historia, como la Bíblia, el Corán, Veinte mil leguas de viaje submarino, Caperucita Roja, etc.. todos tienen algo en común, básico, Moraleja. Si haces esto pasa esto, si te aventuras descubres, si obedeces vas al cielo.
Un aprendizaje, una oportunidad de seguir un camino, una vivencia que puedo continuar, replicar o experimentar hoy, una posibilidad de soñar.
Hoy las Marcas no sólo se enfrentan a convertir las historias en experiencias, sino que se enfrentan en convertirlas en experiencias en primera persona.
¿Cómo puedo conectar con una historia que no puedo imaginar en primera persona? ¿Cómo puedo sentir lo que tu sientes si no me das la oportunidad de experimentarlo?
El Storytelling hoy tiene el gran reto de cambiar la óptica del narrador para hacer que sea inclusivo, personal y vivencial, para hacer que seamos protagonistas de nuestra propia historia.
No necesitamos Marcas que nos cuenten lo bien que lo hicieron, o lo mucho que se esforzaron, o lo mucho que descubrieron, necesitamos Marcas que nos ayuden a hacer, esforzar y descubrir con su ayuda.
Porque esto no se trata de contar mi vida, sino de empezar la nuestra. Como en un cuento.
Me parece fantástica y es mítica la historia contada en video de Johnny Walker, una historia de retos, reinvención personal, constancia, superación, ambición y éxito. ¿Y? Es decir, ¿Cómo beber Johnny Walker me ayuda a reinventarme, superarme, y tener éxito? ¿De hecho me ayuda en alguna de esas dimensiones? ¿En serio?
Fantásticas historias de Marca que no tienen una continuidad con sus productos y no acaban de aterrizar cómo estos ayudan a continuar la historia en la vida de las personas.
Las historias bonitas acaban en las bibliotecas, las historias útiles en nuestras vidas.
Es cierto que aquello que no puedes transmitir con tu producto, puedes hacerlo de mil formas, con patrocinios, iniciativas, acciones, etc, pero el producto es tu forma de relacionarte principal con tus consumidores, es importante.
En general dos retos gigantes, ser consecuentes con lo que contamos y posibilitar que los demás puedan seguir lo que hacemos.
En fin, menos historias, más inspiración.
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