Vivimos en un mundo de límites. Reglas que ponen orden a nuestra realidad, limitan nuestra incertidumbre y mejoran nuestra percepción de seguridad.
Nos hemos organizado en torno a fronteras, códigos de conducta, horarios, esto se puede y esto no, religiones, espacios de trabajo, paredes donde vivir.
Nos empeñamos sobremanera a delimitar todo lo que nos rodea, quizás por instinto de supervivencia ya que ordena nuestro entorno y nos permite tomar decisiones relativamente rápido.
Pero por fortuna, no siempre podemos trazar una línea clara en todo, si hablamos de Branding y Marcas tenemos que hacer profundas reflexiones para entender en qué punto empieza una línea y acaba otra.
Una de las fronteras que muchos se empeñan en levantar, como si de muros se tratase es la división entre Marca y Negocio.
¿Puede separarse lo que quieres significar para el mundo de lo que haces?
Es una buena reflexión que no siempre todo el mundo tiene claro, y como en todo puede haber múltiples respuestas, pero desde aquí, y desde nuestra experiencia vamos a intentar responder esta pregunta.
La Marca es la suma de todo lo que hacemos. Este es el punto de partida básico de una construcción de Marca moderna. Es decir, somos la suma de las percepciones que proyectamos en cada uno de los puntos de contacto, tanto externos como internos.
La Marca es un significado poderoso que nos ayuda a competir, a tener una posición en el mercado, a conectar lo que tenemos con lo que quieren.
La Marca ayuda a impactar positivamente en el negocio, la Marca ayuda a vender. La Marca es Negocio.
Con esta premisa, pensar que la estrategia de negocio no afecta a la Marca es como creer que pintarle faros a una rueda es tener un coche. Absurdo.
Pero el error viene por los sistemas de construcción empresarial que hemos estado utilizando décadas, el sistema tradicional parte de intentar adaptar una Marca a su estrategia de negocio, es decir intentar hacernos un hueco con lo que tenemos en un espacio determinado, algo poco eficiente porque siempre partimos de lo que tenemos.
Si lo enfocamos desde la Marca, y partimos de la premisa que el Negocio debe responder a las necesidades competitivas y oportunidades de la Marca para conectar con sus audiencias, competiremos con las herramientas que necesitamos, no simplemente con las que tenemos.
Esto es como intentar abrir una cerveza con un mechero, se puede, pero lo ideal es tener un abridor.
Pensar que la Visión de la compañía, el Propósito, la estrategia de crecimiento, la de inversiones e innovación, la del desarrollo de mercados, la comercial, la de recursos humanos, la de precios y distribución, no forma parte de un conjunto mayor llamado Marca puede deteriorar tu capacidad competitiva, desalinear objetivos con realidades y hacer muy compleja su gestión y eficiencia.
¿Nos imaginamos a Apple comprando una empresa que fabrica DVDs? ¿O a IKEA desarrollando una estrategia comercial de venta puerta a puerta? ¿O McDonalds dando un salto a la comida china para expandirse en Asia?
Las Marcas deben soportar sus estrategias de negocio y las de negocio responder a sus necesidades de Marca.
El límite entre el Negocio y la Marca está en la mente de esos gestores de compañías que todavía no han integrado el concepto moderno de Marca en sus vidas, y creen que lo que se hace dentro no repercute fuera, que piensa que la Marca es algo menos que la Identidad Corporativa y que el Negocio lo es todo.
¿Qué sería tu Negocio sin tu Marca? Tu competencia.
En fin, los límites los ponemos nosotros.
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