El ser humano es fruto de sus historias. Somos el resultado de las historias que hemos vivido.
Somos un animal empático por naturaleza y somos capaces de conectar con las vivencias de quienes nos rodean, compartimos las nuestras y buscamos constantemente vivir nuevas.
El poder de las historias es innegable y han convivido en nuestra evolución desde el tiempo de los tiempos. En cuanto pudimos representarlas las pintamos en una pared de una cueva, en cuanto pudimos escribirlas las grabamos en tablillas, en cuanto pudimos compartirlas las imprimimos en masa. Somos y vivimos por las historias que podemos contar.
Pero al final, lo que nos mueve, lo que construye relaciones entre las personas, no son las historias que me cuentas, sino las historias que puedo vivir contigo.
Estos últimos años, en nuestra disciplina y en cualquiera que tenga que ver con la comunicación, han surgido con fuerza los conceptos de Storytelling. Algo que parece muy moderno pero que lleva con nosotros desde que el hombre era capaz de comunicarse con señas.
El Storytelling trata de dotar de contenido a las Marcas a través de historias, relatos capaces de conectar con nosotros, llamar la atención, hablar de nosotros y construir una realidad. (ver artículo)
Pero a veces nos preguntamos, ¿Nos importan todas las historias? ¿No estamos un poco saturados de todas? ¿Me importa lo que me cuenta mi marca de detergentes sobre la suya?
Posiblemente no. Hoy nos encontramos en un entorno en el que nos explican que nuestra cerveza favorita es fruto de un viaje de 2 pioneros españoles que se fueron a la aventura a probar suerte en China, y al volver llegaron con una receta mejorada.
Hoy nos cuentan que nuestro coche preferido surge de la pasión y el esfuerzo de un sueño perseguido con tenacidad forjado con sus propias manos. Hoy nos cuentan… Hoy nos cuentan…
¿Qué importancia tiene saber que la cerveza que bebo es fruto de dos emprendedores que les sobraba el tiempo y el dinero explorando mundo? ¿Qué me aporta esto a mí HOY? ¿Qué construye la Marca conmigo?
El ser humano tiene una atención limitada, y suele conectar con aquello que le interesa y que le reporta un valor a su vida. Escuchamos a nuestros amigos para darles nuestro consejo, escuchamos a nuestros profesores para aprender, escuchamos a nuestros mayores para ganar experiencia, escuchamos a nuestra pareja para sumar una vida juntos.
Nuestra vida está llena de historias, pero sólo nos importan aquellas que suman algo en nuestro camino.
El Storytelling de Marca debería empezar a pensar si las historias que queremos proyectar tienen un recorrido real bajo nuestra propuesta de valor a nuestras audiencias. ¿Podemos continuar la historia que cuento contigo?
Si no es así, es una información que desde la óptica de consumidor me sobra, no la necesito y me genera un ruido enorme dentro de la amalgama de gente que me cuentan cosas.
Hace poquito SanMiguel decidió contarnos la historia de su Marca, que hemos mencionado, si bien es exótica e interesante, no tiene ningún recorrido conmigo. Habla desde la Marca para la Marca, pero no llega a conectar con ningún vínculo frente a sus consumidores.
¿Es esto útil? ¿Cuánto tiempo? ¿Si no compartimos la historia juntos será capaz de recordarla mañana?
Las historias están muy bien, pero están mejor aquellas que se construyen junto a tus audiencias y de las que ellas forman parte.
Hoy las Marcas tienen el reto de dejar de contar y empezar a hacer, de ser parte de las vidas de los demás y posibilitar la creación de sus propias historias.
No hay mejor historia que contar, que aquella de la que formo parte.
El Storytelling no puede convertirse en una herramienta estática, unidireccional e impersonal de la Marca, debe ser una firme intención por formar parte de la vida de los demás. Más que Storytelling, hablaría de Storyliving.
No es lo que me cuentas, es lo que vivo contigo.
En fin, quiero ser parte de tu vida.
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