Dicen que podemos observar el alma de una persona si miramos atentamente a sus ojos. Que estos son una ventana a su interior, que nos desvelan sus más profundos secretos.
Si el alma de una persona la encontramos en sus ojos, el de una Marca en su Tipografía.
No son pocas las ocasiones que menospreciamos este elemento fundamental que compone la Marca. Y no son pocos los que se empeñan en nombrarla como una parte de nuestra Identidad Visual.
¿Son nuestros ojos sólo un aspecto de nuestro físico? ¿O son quienes nos permiten comprender lo que nos rodea? ¿Expresar lo que nos pasa? ¿Hablar sin hablar?
Decir que la Tipografía es un elemento de la Identidad Visual, es decir que un coche lo forman cuatro ruedas. Es algo más complejo y completo.
De hecho la Tipografía podemos considerarla como un elemento estratégico de la Marca que requiere especial atención, ya que nos ayuda a construir un universo de percepciones que enriquecen y completan nuestro significado.
La Tipografía nos ayuda a expresarnos sin decir nada, a hablar estando mudos, a proyectar visuales sin imágenes, a conectar sentido con razón.
Es cierto que todos, y digo todos, los elementos que componen una Identidad Visual o un Lenguaje de Marca, están pensados para cumplir dicha función, ayudar a transmitir una idea o significado concreto, ya sea por la simplicidad de un pictograma o por la profundidad de un color. Pero la Tipografía contiene algo especial que la hace única.
La Tipografía nos representa, dice algo de nosotros antes de que ni siquiera lo digamos. Detectamos en ella formas, intenciones, significados y percepciones antes que el mensaje que contiene.
Un conjunto de letras que en sí mismo significan algo poderoso.
Cercanía, modernidad, confianza, humanidad, innovación, simplicidad, tranquilidad, dinamismo, sobriedad, grandeza.. son algunas de las cosas que podemos transmitir con un buen ejercicio tipográfico.
Nos proporciona una personalidad única que anticipa nuestra personalidad, nuestro tono de voz y nuestro mensaje. Nos diferencia y nos hace reconocibles, nos hace propietarios de un valor, de una promesa y de una identidad.
No son pocos los que desprecian el valor de una Tipografía y los que no entienden el poder que encierra. Ejercicios de nueva creación para nuevas Marcas, vemos muy pocos, cuando básicamente es tan fundamental y esencial como el conjunto de su identidad.
¿Os imagináis diseñar cogiendo un logotipo de stock de imágenes y matizarlo como identidad de una nueva Marca? ¿No? ¿Y por qué lo hacemos con las tipografías?
La respuesta es sencilla, se llama tiempo y costes. El proceso de creación de una tipografía ad-hoc para una Marca es costoso en todas su dimensiones, y esto frena su potencial.
Pero un buen trabajo de elección y personalización de la misma es tan importante como la activación de nuestros valores en comunicación.
Todos sabemos de la importancia del trabajo estratégico previo de la Plataforma de Marca para proyectar una Identidad, para que los diseñadores tengan un base en la que construir. Pero en el caso de la Tipografía, necesitamos algo más, necesitamos tener resuelta la Identidad Verbal, su tono y su intención, ya que la Tipografía es el vehículo que la va a trasladar.
Así que la Tipografía, diría que es uno de los elementos fundamentales y más estratégicos que podemos contener en nuestra Identidad visual y un ejercicio en el que tanto creativos, como consultores, deberían estar involucrados de forma conjunta.
Entender cómo conectamos lo que queremos expresar con lo que expresamos es una de las partes más importantes del branding.
Si no crees en el poder de la tipografía, si crees que es un elemento más de tu identidad, es que crees que tus ojos solo sirven para ver.
En fin, dime que tipo usas y te diré quien eres.
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