Desde que el hombre se organizó en asentamientos y el comercio fue una de sus principales herramientas de interacción, existen los charlatanes.
Personajes más o menos sofisticados que tienen un producto que aseguran milagroso, la mejor oferta o tratos inverosímiles. Ayer iban en carreta tirada por caballos y hoy los encontramos en la Teletienda de las dos de la mañana.
Sea como fuere se las han ingeniado durante siglos para sobrevivir, y seguir cautivando a los más ilusos del lugar. Técnicas comerciales que juegan con el inconsciente humano y con ese punto soberbio que todos tenemos, en el que creemos identificar una oportunidad antes que los demás y nos enorgullecemos de ello. Cuando en realidad lo que sabemos identificar es nuestra total ignorancia.
De cualquier forma es uno de los ejemplos más antiguos en los que se logra transformar la realidad de una pobre ventaja competitiva en algo que a todas luces parece asombroso. Ahí tenemos a Coca-Cola un fármaco Total que acabó como refresco mundial.
A veces un producto pobre puede convertirse en un tremendo reclamo, y esto es la base de una nueva generación de Marcas que han sabido construir sobre lo que pocos ven y nadie percibe.
La teoría general dice que una Marca debe construirse sobre una realidad de producto. Una realidad conectada de forma diferencial y relevante, capaz de crear valor y preferencia en sus audiencias.
Cualquier marca que no construye sobre una realidad de su producto, podemos considerarla una marca efímera, que no será capaz de responder a lo que sus audiencias esperan o a lo que ella misma promete.
Pero el nuevo panorama en el que vivimos y competimos ha propiciado nuevas oportunidades para marcas con escasa o ninguna realidad de producto, marcas que han transformado categorías y reinventado las reglas. Marcas que no han necesitado conectar con su producto, simplemente han construido sobre su visión del mismo, no sobre su realidad.
¿Imaginas que la mayor compañía del mundo de Taxis, no tuviera Taxis? ¿O qué el grupo de distribución más grande del planeta no tuviera stocks? ¿O que el proveedor de estancias más importante del planeta no tuviera hoteles?
¿Os imagináis vender agua embotellada como si fuera un crecepelo?
Más o menos, nos hacemos la misma pregunta. ¿Podemos vender algo que no tenemos?. Bueno, el branding ha encontrado la respuesta.
Existe una nueva generación de Marcas que han conseguido posicionarse y liderar sus mercados transformando, lo que a priori podría parecer una carencia, en una extraordinaria ventaja competitiva.
Uber, la compañía de Taxis más grande del mundo, no tiene Taxis. Pero permite que todo el mundo se convierta en uno.
Alibaba, el gigante de la distribución Asiatica no tiene stocks, pero permite que cada usuario sea su propio stock.
Airbnb, uno de los líderes en reservas de estancias del planeta, no tiene ni habitaciones, ni hoteles, pero permite que cada usuario sea su propio hotel.
Facebook, el distribuidor de contenidos más importante del mundo, no crea contenidos. Ni Youtube, ni Pinterest.
Ebay, la multiplataforma de venta más grande del planeta, no posee productos que vender. Spotify, e incluso Bitcoin el dinero sin dinero, son ejemplos del futuro de las grandes Marcas.
Marcas capaces de convertir a sus audiencias en producto, de suplir esa carencia, esa realidad competitiva de una forma ingeniosa y poderosa.
Si hay algo que demanda el consumidor de nuestro siglo, es el Poder. El poder ser dueño de lo que necesita, de lo que quiere, y de cómo lo quiere. Ofrecer a tus audiencias la posibilidad de ser parte de tu cadena de valor, con un beneficio bidireccional, hace que esté más cerca de tu Marca que nunca.
De hecho, pertenece a tu Marca. Los consumidores conforman estas marcas.
¿Qué pasaría si todas las habitaciones de Airbnb fueran un asco? ¿O si lo que vendemos por Ebay estuviera siempre roto? ¿O si no colgamos nada interesante en Facebook que compartir? ¿O si nadie quiere ser conductor de Uber?
Estas marcas no son dueñas de su marca, son los usuarios de las mismas quienes permiten que existan. Quienes voluntariamente dotan de una realidad inexistente a sus productos.
Una nueva realidad y un nuevo reto para las Marcas que dejan de ser dueñas de su destino, en manos de sus usuarios y que propone nuevas reglas de gestión y nuevas realidades para un futuro en el que el producto ya no importa tanto, si nosotros podemos suplirlo.
Como el charlatán de la carreta en la entrada del pueblo, da igual lo que venda, porque lo que vende es la esperanza que se aloja en tí.
En fin, el futuro es incierto, pero divertido.
COMMENTS