Se dice que las cosas gustan hasta que te hartas. Que todo es agradable hasta que deja de serlo. Que de amor se vive, pero también se muere. Y que el chocolate endulza pero también engorda.
Todo en esta vida puede ser agradable en su cierta medida. Queremos lo que no tenemos, pero cuando lo tenemos nos cansamos de ello. Queremos más cuando nos falta, pero si nos sobra de forma excesiva perdemos el interés.
El ser humano tiene una capacidad extraordinaria para protegerse del exceso, la desconexión, la indiferencia, el dejar de apetecer. Ya sea chocolate, sexo, dinero o información. Todo tiene un límite para nuestra mente.
La capacidad de atención de los individuos es limitada y selectiva, y presta atención a aquello que cubre más necesidades no cubiertas, prioriza lo importante.
Por ello cuando nos sentimos desbordados, cuando nuestros sistemas de atención se encuentran saturados, desconectamos del estímulo que lo provoca para poder centrarnos en aquello que nos falta.
Es decir, nuestro sistema sensorial y cognitivo tiene un límite. Superarlo es activar el modo autista que todos tenemos dentro.
Ya sabemos que nuestro cerebro desecha más del 80% de la información que recibimos de nuestro entorno, para centrarse en lo importante. Es decir mientras lees esto no acabas de ver el unicornio que ha pasado por tu lado!
Esto nos preocupa, nos preocupa a quienes nos dedicamos a la Creación y Gestión de Marcas, ya que nos preguntamos cómo podemos mejorar el interés y la conexión de las marcas con sus audiencias. Y sobre todo, cómo se presenta el futuro para nosotros.
Un futuro algo oscuro en cuanto a branding se refiere, ya que las marcas se enfrentan a retos que hoy todavía ni hemos podido plantear.
Nos encontramos en una realidad hiperconectada, omnicanal, socializada y compartida, una realidad donde las marcas están en un todo que forma parte de nuestras vidas, en la que las marcas forman parte de nuestras actitudes y en el que las marcas son miembros de nuestra comunidad.
Una realidad en la que nuestras audiencias reciben millones de impactos a diario de forma multicanal 24/7. Una realidad en la que cada vez desconectamos más de nuestras marcas. Quieren ser nuestros amigos, nuestros consejeros, nuestros mentores, nuestros facilitadores, nuestros líderes, quieren ser a veces más de lo que queremos que sean.
Si sumamos esto a la nueva tendencia que impulsa a las marcas a construir experiencias más allá del producto, del espacio y del entorno, la cosa se complica.
Hoy nos dicen que las marcas deben construir experiencias multisensoriales en sus espacios y canales, llevar a sus audiencias más allá en cada punto de contacto.
¿Habéis intentado entrar en un Desigual, en Mango y en Bershka uno tras de otro? Os imagináis que esa sensación la tuviéramos en un banco, en la tienda de deportes, o al entrar en una web de una operadora móvil…
Sobredosis. Sobredosis de experiencias, de información, de sensaciones, de estímulos. Sobredosis de Marcas.
¿Qué pasara cuando las marcas nos hayan saturado? Si no lo han hecho ya. ¿Qué pasará cuando no consigan conectar con sus audiencias? ¿Qué pasará cuando no les hagamos caso?
Las marcas se enfrentan al autismo progresivo de sus audiencias debido al alto impacto y sobrexposición de mensajes y experiencias. Un autismo que va a abrir nuevas formas de gestión de marcas.
Enfrentarse a la desconexión, es enfrentarse a encontrar nuevas formas de conectar. Es construir relaciones basadas en algo más real. Tu mejor amigo no se pasa el día proponiéndote planes extraordinarios, simplemente te acompaña en tu camino de forma incontestable.
La respuesta adecuada, las no decepciones, el no sobreactuar, mantener un low-profile es a veces la relación más sincera y la más real. Retos que las marcas de hoy se van a encontrar pasado mañana.
En un mundo de ruido, el silencio es una buena forma de llamar la atención.
En fin, satura y perderás.
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