Si no eres capaz de controlar tu vida, alguien la controlará por ti. Y tu marca también.
Obviedades, parece obvio que cuando no prestamos suficiente atención a las cosas que nos importan, otros acaban haciéndolo por nosotros. Si no prestas atención a tu pareja, a tu trabajo, a tus amigos, a tu vida, pierdes el control.
Pues con las marcas igual. Cuando no controlamos nuestra marca, alguien la controlará por nosotros.
Mucho se está hablando de UBER estos meses. La compañía con un capital de más de $41billones de dólares, que es capaz de poner en contacto a través de su aplicación a gente que requiere un transporte y gente que lo ofrece. Algo sencillo, muy en línea con Airbnb, Blablacar, etc.. todas esas plataformas de consumo colaborativo que están emergiendo de la necesidad de reinventar el modelo de consumo actual.
Algo que explicamos extensamente en nuestro artículo P2P Branding y que hoy volvemos a retomar.
Uber, ha sido prohibido en España, en Alemania, en Thailandia y otros, y los que no lo han hecho están a punto de hacerlo. ¿Por qué?, se esgrime que Uber presenta una competencia desleal a los sectores regulados del transporte y que pone en peligro a los usuarios del servicio, al no poder controlar a los conductores ni estado de los vehículos.
Al final, en un mundo libre, Uber ofrece una alternativa de transporte al medio convencional, y el usuario, es libre de escoger, a su cuenta y riesgo, un servicio regulado y garantizado, o un servicio colaborativo como Uber. ¿Por qué regular lo que puedo decidir libremente?
Nadie está induciendo al engaño, ni a la sustitución de servicios. Pero lejos de esto, otras iniciativas similares como BlaBlacar, o Airbnb, no están sufriendo el ataque masivo que sufre Uber, a pesar de suponer un problema para otros lobbys como el transporte público o la Hosteleria organizada.
La diferencia, es significativa. Mientras que Airbnb, la compañía que permite el alojamiento alternativo frente a los Hoteles, es capaz de gestionar su marca, la calidad de sus productos, de mantener unos estándares mínimos, Uber no ha sabido hacerlo.
La falta de gestión de la marca, y la cesión completa de la misma a sus audiencias ha provocado los problemas que han abierto una cruzada contra Uber en medio mundo.
Supuestos casos de conductores que han cometido abusos sexuales, el famoso secuestro en Thailandia, el fallo en los servicios solicitados, etc.. Incidentes en el nombre de la marca que han abierto una puerta gigante al debate de esta aplicación.
Incidentes que pasan por dejar el control de tu marca y su significado en manos de terceros, que te llevan a sitios en los que no quisieras estar.
Precisamente su propuesta de valor 'Everyone's private driver', nos dice que todos somos conductores privados... pues igual sí, o no. Igual no todos podemos ser conductores privados, igual los psicópatas, no son unos grandes anfitriones.
Las marcas sociales deben ser inclusivas, pero deben garantizar el buen uso de la misma en la comunidad y asegurarse que dentro sólo están las personas que queremos que estén. Fácil.
Por otra parte Uber, está haciendo oídos sordos a todo esto, algo que no ayuda a generar la sensación de recuperación del control de su marca. Algo que no ayuda a imaginar cómo van a reconducir esta situación, teniendo sobre su mesa una inversión de 40billones de dólares a los que responder, y una marca abandonada que controlar.
Uber tiene mucho que aprender de Airbnb que sigue viva y creciendo, a pesar del intento de ataque del loggy hostelero que de momento, no ha podido encontrar los huecos que ha dejado Uber.
En fin, cuestión de Marca.
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