¿Estás en uno de esos días sensibles? ¿En lo que todo te afecta? ¿Crees que el mundo se va al garete? ¿Sientes que nadie te hace caso? ¿Te indignan cosas que no puedes cambiar? ¿Crees que podrías hacerlo mejor? ¿Piensas que el mundo es injusto?
Estos sentimientos podrían pertenecer a cualquiera de vosotros, de hecho, estoy seguro que alguna vez habéis pasado por uno de ellos.
De hecho, no solo nosotros, sino desde los tiempos de los tiempos. Son sentimientos atemporales que nos han acompañado desde que el ser humano es humano. La diferencia es que hoy disponemos de ciertos canales para expresar todas esas sensaciones, que se multiplican por el efecto conciencia colectiva y reflejo simpático.
Cuando vemos a alguien llorar nos ponemos tristes, cuando vemos a alguien reír nos provoca una sonrisa, es algo biológico, nuestro sistema simpático reacciona a los sentimientos ajenos. Y esto no iba a ser menos.
Por lo que, si sumamos la necesidad de expresar todo aquello que no habíamos sido capaces de expresar hasta ahora, y la reacción que provocamos a escala global con ello, nos encontramos en una sociedad Overreacting.
Una sociedad hipersensible que sobrereacciona frente a ciertos estímulos y sentimientos. Una sociedad que multiplica las reacciones y se enfrenta al efecto espejo, es decir, cómo no voy a reaccionar si esta todo el mundo mirando y voy a ser juzgado por ello. (lo vimos en el artículo Cuando Nadie Mira).
El resultado un panorama complicado para las Marcas que quieran sobrevivir hoy. Para aquellas marcas que piensen que cualquier movimiento no vaya a ser analizado con lupa y juzgado.
Lo hemos visto estos días, con ejemplos sencillos, Zara se ha visto obligada a retirar una prenda por similitud a los uniformes de los campamentos de concentración judíos, a pesar que la estrella de la misma indicaba ‘Sheriff’. O la retirada de los anuncios de Kutxabank por la aparición de un perro envuelto en papel de regalo. O la crisis del Canal FX que tuvo que retirar una campaña promocional de su nueva serie de Guillermo del Toro porque salía una gusano del ojo y a las madres les parecía que sus hijos iban a traumatizarse.
En cierto modo es altamente positivo para el mundo y nuestra sociedad este tipo de presión social que condiciona y cambia el comportamiento de las marcas de nuestro alrededor.
Por otra parte, estamos cruzando extremos peligrosos en los que podemos echar a perder todo lo que podemos conseguir.
Imaginad un niño que llora sólo cuando le pasa algo malo. Le haremos caso de inmediato. Imaginad que llora cada 5 minutos sea malo o no tan malo. Le haremos menos caso.. ¿Recordáis el cuento de ‘viene el lobo’?
Podemos sobresaturar nuestro sistema simpático y provocar cierto grado de impermeabilidad o indiferencia frente ciertas acciones, acusaciones o reclamaciones, y esto es peligroso.
Las Marcas mientras tanto deben ir pensando cómo incluir a sus consumidores y audiencias en ciertas decisiones que pueden ser polémicas si se toman unilateralmente. Es decir hacer partícipe de la solución a alguien, es evitar que sea parte del problema.
Por lo que aquellas marcas que no consigan poner de su parte a sus audiencias, estarán siendo sometidas a linchamiento público cada vez que se desvíen del camino, como ogros que han decidido vivir al margen de nuestra sociedad.
En fin, Keep calm and do gooder or be an Orc!